Las
orquídeas de Chiapas
FLORES DE
COLECCIÓN
Por Beatriz Cuellar
Para mí, el amor a la naturaleza se desarrolló al pasar mi infancia
en una finca cafetalera de la boca costa del mar pacífico.
La primera plantita de orquídea con la que empecé mi colección,
llegó como un adorno a mi casa cuando vivía en Tuxtla, hace como
veinte años.
En esa época aun pude conocer el magnífico Orquídeario a un lado del
jardín Botánico en la capital Chiapaneca, que cuidaba con esmero el
profesor Walter Hartman, con quien pude platicar y enterarme de la
gran riqueza de las orquídeas en la región, así como conocer algunos
“tips” para el cultivo de tan bellas flores.
Cuando
salíamos a pasear siempre me interese en ir observando hacia la copa
de los árboles para ver que descubría. Me han dicho que hay más de
treinta mil especies naturales de Orquídeas en el mundo y el hombre
con su tecnología e ingenio genético, ha creado otras cinco mil
variedades, de las llamadas híbridas o comerciales, que son muy
bellas y sofisticadas, pero yo prefiero las maravillosas orquídeas
cien por ciento naturales.
No podría precisar cuántas variedades de orquídeas crecen en
Chiapas, pero es indudable que la topografía y los aspectos
biológicos, que se empiezan a marcar desde el istmo de Tehuantepec
hacia Centroamérica, con su relativamente alta humedad, hacen de
nuestro estado un paraíso, en el que se desarrollan más especies que
en otras partes de México.
En lo particular, he logrado conjuntar en mi invernadero en San
Cristóbal de Las Casas, más de mil quinientas plantas en unas cien
variedades. La mayor parte las he venido sembrando en negras macetas
de chip o maquique, (un gigantesco helecho arborescente, conocido
como “cola de chango”, que alcanza hasta quince metros de alto”) que
son elaboradas por indígenas tojolabales de la región de Margaritas,
los cuales se ayudan económicamente fabricándolas.
Esta
colección la he conjuntado, en caminatas con mi esposo por las
geografía de Chiapas. Esto nos ha dado la oportunidad de conocer
paisajes de insospechada belleza natural y hacer amigos en muchos
pueblecitos. Las orquídeas crecen idealmente sobre alturas de los
mil metros sobre el nivel del mar, pero en las altas montañas
alrededor de San Cristóbal, a dos mil quinientos metros, encontramos
profusamente la odontoglosum bictoniense o “espuelitas rosadas”. Por
el rumbo de Pichucalco la planicie hemos encontrada junto a
plantaciones de Mango y Cacao, la “epidendrum cholocorymbos”, que
por sus diminutas florecitas verdes pasa desapercibida.
Las zonas con mayor interés para los orquideófilos, pudieran ser la
Sierra Madre, las Montañas del Norte, la Selva Lacandona y los
alrededores de la presa Nezahualcoyotl,
Las orquídeas, son la familia más numerosa del reino vegetal y se
considera que tiene las especies con flores más evolucionadas.
Alguien me dijo, que las orquídeas son para el reino vegetal, lo que
el hombre es para el reino animal, la diferencia es que las
orquídeas no amenazan al planeta, y han alcanzado un altísimo nivel
de desarrollo y adaptación, después de muchos millones de años de
evolución. Algunas personas creen que éstas son plantas parásitas,
pero el termino “parásito” indica algo que viven a expensas de otro,
como el mata palo, que hunde sus raíces y se alimenta de la sabia
del árbol, lo cual no sucede con las orquídeas, que solo se cuelgan
y aferran a los árboles, pero no toman nada de ellos, ya que
aprovechan la humedad y residuos naturales que las lluvias llevan a
sus raíces, por tal razón se les llama plantas “epifitas”. Se
reproducen en forma natural con la colaboración de insectos como las
polillas o abejas y pájaros como los colibríes y murciélagos, que
son atraídos por el color y olor de sus exóticas flores.
Para
hacer propagaciones en invernadero se pueden separar los bulbos, que
son los característicos tallos engrosados que sirven como depósitos
de agua y nutrientes para que las plantas se alimenten en época de
sequía. Regularmente florean cada año y el desarrollo de algunas
plantas puede llevar hasta siete años. Las variedades más comunes en
esta parte del planeta son las catleyas, las lycastes, las
maxillarias, las epidendrum, las odontoglosum y las oncidium. Por
ciento, la vainilla es una típica orquídea de Veracruz y de ahí se
ha diseminado a todo el mundo, más por su sabor y olor, que por su
belleza.
Las favoritas de mi invernadero son la “odontoglosum pulchellum”,
una pequeña y tupida flor blanca que se desarrolla en rama y que
tiene un suave olor cítrico, se le conoce como tanalito y se da a
finales del año, es muy representativa de Chiapas; la lycaste
aromática, cuya flor amarilla es de unos ocho centímetros con un
agradable olor acanelado a la que le conoce como “canelita” u
orquídea amarilla y se reproduce muy bien en el clima de Tuxtla,
pero requiere sombra; la “epidendrum parkinsoniannum” tiene una
estilizada flor que crece hacia abajo, de color blancuzco al
amarillo, se desarrolla en el otoño y se le conoce como
“bayonetita”.
Hace algunos años encontramos en el área de Agua Azul, la rara
“epidendrum stamfordianum”. Recientemente hemos empezado a trabajar
a nivel familiar cerca de Raudales de Malpaso, un proyecto en el que
queremos proteger y reproducir orquídeas, helechos, heliconias y
bromelias, propias de esta región en donde colindan los estados de
Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Chiapas, sin duda la región geográfica
de México mas rica en biodiversidad.
Beatriz de Castellanos; orquideofila, es subdirectora del Museo
Mesoamericano del Jade en San Cristóbal de Las Casas.-
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